Realizado por:
Yeri Cáceres
Cristian Soto
Miguel Peñaloza
El pasado es el presente y el presente es el pasado. Vivir en un futuro es estar más cerca del pasado para un buen presente.
Monguí, pueblo de hermosa ambientación donde las historias pequeñas se vuelven grandes. Aquí en el pueblo del susurro, se levanta con orgullo “La piedra de Dios”, o en términos entendibles, la Basílica de Nuestra Señora de Monguí. Esta enorme estructura de piedra que data de 1694, llena de orgullo y grandeza a los monguiseños. Pero como si esto no fuera la realidad, todo tiene su doble cara y por lo general este es el más sucio y corroído lado, y así como esta metáfora, el lado oscuro de la basílica nos corroe, pero por saber la verdad.
Nuestro equipo de trabajo realizó diversas búsquedas y consultas de fuentes de información confiable, todo con la finalidad de encontrar la respuesta a nuestra incuestionable pregunta. Como se dijo al principio, la construcción de este monumento fue durante la época de la colonización. Algo curioso sobre este periodo de tiempo, es ver que se defendía a muerte la religión católica, pero era completamente normal maltratar y bloquear de sus derechos a personas que solo los diferenciaba su lugar de origen. Con este hecho surgió la idea para el tema de esta crónica, volviendo al tema inicial, se hicieron diversas búsquedas y se logró nuestro cometido. Y aquí se presenta:
A finales de 1694, los conquistadores españoles ya se habían asentado como pobladores de Monguí, el objetivo de los religiosos que estaban en ese momento era el de evangelizar a los aborígenes, por esta razón se realzaron diversas estructuras para enseñar sobre la religión, pero como es costumbre el avance del tiempo hace que todo llegue a grandes magnitudes.
Como no podía hacer más, estas obras fueron asignadas a los indígenas, pensar en las condiciones de trabajo a las que eran sometidos hace que sobren las palabras. Y este era el pan de cada día, levantarse, quizá sin haber consumido algún alimento, llegar hasta la locación donde se sacaba la piedra que era Otí, y bajar esas enormes piedras con métodos de dudosa procedencia, pues hasta hoy es un misterio todavía, el cómo hicieron para realizar esta gran construcción sin la ayuda de maquinaria moderna, y no solo eso, sino que también hay que tener en cuenta la técnica para pegar los ladrillos que se utilizaron por aquel entonces.
La técnica utilizada es la llamada calicanto, entre los principales ingredientes que componían esta singular mezcla se encontraba la sangre de ganado, las incógnitas que acompañan a esta son varias, pero si se resume y analiza con claridad, solo quedarían dos: al ser una tierra recién descubierta ¿de dónde sacaron tanto ganado para sacrificar? y ¿qué tal si esa sangre no era totalmente de una procedencia animal? Las conclusiones de quienes lean esta crónica deben ser de extremo carácter personal. Llegando al punto requerido de este escrito, hay que aclarar que los conquistadores tenían la percepción de que los aborígenes no tenían alma, por lo tanto, los religiosos consideraban que estos pobladores no merecían el santo sepulcro. Da mucho para pensar, que debajo de las calles, en los caminos y debajo de la basílica, hay desde hace trescientos años, cuerpos de pobladores sin descansar en paz.
El pasado es el presente y el presente es el pasado. Vivir en un futuro es estar más cerca del pasado para un buen presente.
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